Hola campeón, se que no te he escrito mucho últimamente pero eso no quiere decir que me haya olvidado de ti ni mucho menos, simplemente quiero dar ese espacio que necesita tu familia para asimilar que tu cuerpo se fue, aunque tu alma perdure para siempre. Para ellos esta siendo muy duro, para cada uno de ellos, lo llevan a su modo y lo demuestran como pueden o quieren.

Cada día que pasa, algo me recuerda a ti y la verdad que ahora ya no se inunda el corazón de tristeza, si no que ahora siento que mi corazón se engrandece de haber tenido una increíble oportunidad de conocer una persona de tal tamaño como tu. No es que fueses una persona entrada en carnes ni mucho menos campeón, con lo de tal tamaño como tu me refiero a tu gran corazón, a tu gran personalidad, a lo que en todo el conjunto has sido y eres tú.

A menudo pienso como hubiese sido tu vida si la parálisis cerebral no se hubiera cruzado en tu camino y siempre llego a la conclusión, no hubieras sido una estrella tan bonita como lo has sido toda la vida. A ti te tocó y aunque a mucha gente le pueda parecer mal o sonar raro, creo que tu no hubieras sido el mismo en lo que se refiere a personalidad por supuesto. El hecho de padecer toda tu vida parálisis cerebral, te ha hecho ser una persona increíblemente especial y única. Ha hecho que sepas mirar a través de los cuerpos, te ha hecho tan mágico que podías ver el alma de las personas con solo mirarlas.

Recuerdo que una vez en una de las excursiones en las que estuvimos juntos, se nos cruzó una persona muy estirada y se quedó mirándote. Tú ni corto ni perezoso le mantuviste la mirada y en ese momento fue cuando supe que tu podías ver el alma de las personas y que esa persona tenía el alma negra y oscura. Sin embargo tu… tu has sido siempre luz pura, un niño lleno de alegría y luz. Mirarte a ti era como mirar a alguien mágico, tu sonrisa podía llegar a iluminar una habitación entera con tan solo entrar tu en ella.

Ahora que tu presencia se ha ido y tu alma se ha quedado, irradia un poco de luz en los caminos de tus padres y hermanos, aunque ellos quieran estar bien, necesitan ese empujoncito que tu nos dabas a todos con el dorso de tu aterciopelada mano. Necesitan de esa luz de tu sonrisa para iluminar un poquito sus caminos y aprender a vivir sin tu presencia.

A vosotros papis, hermano y demás familiares, desde aquí os brindo mi hombro y mi oreja para llorar y escucharos, quizás sea muy cansina pero es nada mas que la pura realidad. Os lo dije una vez y os la diré mil, el vinculo creado con Raúl no solo era con él, si no con toda su familia y en especial con sus más allegados. Si necesitáis hablar, llorar, distraeros… lo que sea contad conmigo. Seguro sabremos como terminar todos con una sonrisa de felicidad. Recordar a Raúl no es malo, es bueno siempre y cuando nos ponga una sonrisa en nuestra cara; así es como sabemos que el sigue con nosotros, porque sigue dibujando sonrisas en la cara.